Mi grado de obsesión me lleva a
guardar apuntes que hago en los viajes; en mi preparación para los noticieros
de cada semana; antes, en y durante los programas de radio, pero hoy Jueves 26 de
mayo me encuentro volteando cada papel pues he extraviado lo que me traje del
viaje a Campeche –Octubre de 2015-.
La razón?... Tengo pendiente
escribir sobre una comunidad que hace sombreros, especialmente de una mujer que
lidera en el renglón de sustentabilidad…
Como estoy que me jalo los pelos –y no
los de arriba!- se me ocurrió buscar la nota publicada del Dia de Muertos… y
tampoco la encontraba !!!!
Para mi nivel de histerica neura, y
para que no se me vuelva a perder, mejor que esté aquí…
E incluso tambien dejo aquí el pod cast de radio, con Carlos Castellanos en Balance Dominical
http://redam.mx/podcast/ritual-de-muertos-en-campeche.html
y… ya encontraré mi material! … como
shingaos no!!!!
Mientras, recuerdo los huesos de los
antepasados !!!
NOTA PUBLICADA ORGINALMENTE EN:
http://www.liberacionmx.com/nota.php?NotaID=10641
… En un turismo de percepciones…
Por.- Laura Viadas
Cobertura Especial (Pomuch, Campeche; México 2015).- Mientras el
resto de la República Mexicana se preparaba de distintas maneras para la
jornada de los Santos Difuntos, a mi me encontró la muerte celebrando
la vida eterna en el poblado de Pomuch, lugar a poco mas de 30 minutos
de la capital del estado de Campeche; en el municipio de Hecelchakán,
sitio en el que tiene lugar la “limpieza de los huesos” como parte del
Día de Muertos, el Hanal Pixan
- Versión Cibernéticamente Correcta – es decir, ad hoc con escribir poco para los que gustan de impactos inmediatos-:
“La
cualidad de la experiencia de día de muertos en Pomuch es que además de
los altares tradicionales con bebidas y comidas favoritas de los
difuntos se inicia la preparación una semana antes: el proceso sencillo
en su esplendor es para sacar los huesos de sus muertos, “lavarlos” y
cambiarles las telas que los envuelven; en algo que puede ser
interpretado como una “exhumación anual”
***********Preguntas y Respuestas Inmediatas:
¿ Se ven todos los huesos a la intemperie?
Sí, así tal cual.
Después de 3 años en las tumbas se saca al muerto, se limpia y se ponen
en una caja. La acción se repite cada año.
¿ No huele mal ? ¿ No es horrible ver un cadáver ahí tendido?
No y No. No huele a
nada, porque la carne ya no está, ni la ropa –que es lo que realmente
podría oler a podrido-, y en el caso de tener cabello éste tampoco huele
a nada. Y No, no es horrible, no es un cadáver, son huesos limpios a
los que les quitan el polvo y la tierra con brochas –como las que usan
para pintar-.
¿ Es seguro para la salud?
No utilizan ninguna protección
-guantes, ropa especial o tapabocas-. En la zona ningún incidente se ha
registrado por bacterias relacionadas con la exposición a los restos.
Vale destacar detalle determinante: los huesos justo después de los tres
años de fallecida la persona son primeramente tratados con cal y
secados al sol.
¿ La Iglesia Católica está de acuerdo con el rito ?
Sí. El rito es mezcla
de cultura maya y cristianismo. Con la fusión se acercan a la muerte
como lo hicieron sus ancestros y rezan en castellano. Al final es un
acto de amor a la creación de Dios.
¿ No resulta bizarro?
Sólo si te gusta
pensar en la muerte como algo sobrenatural, con cadáveres sangrantes, de
carne colgando y vísceras estalladas, si es tu idea de los muertos en
un panteón entonces será grotesco descubrir que en Pomuch es todo menos
lo que has visto en las peliculas de terror.
**********************************************
"Narrativa en la Vivencia"
–es decir, para los que cultivan el gusto por la lectura en un conocimiento sin límite de tiempo -:
… Tras un corto viaje por carretera,
llegamos a las 5 de la tarde a un paraje que contrasta por sus casas a
la vieja usanza local –construcción circular de piedra apilada con techo
de paja- y otras, ya en materiales mas firmes –cemento y yeso-, pero
que con sus coloridos y espacios nos recuerdan esa suave amabilidad
arquitectectónica de la Provincia.
A nuestro arribo la mayoría de los pobladores se dirigían a la plaza
pues estaba pronta a comenzar la clausura del “Mes de la Identidad; Mes
de la Campechanía”, evento que año con año, por casi 2 décadas se
celebra en todo el Estado con la finalidad de conservar vivas las
tradiciones y la historia en los lugareños. Así nos acompañó la
algarabía de los niños ataviados con trajes regionales –cada uno de
ellos con la perfección digna de estar en la estampa de un postal
turística-, y así también los carros alegóricos simulando barcos
piratas; esto último como parte de la herencia de ese Campeche que fue
bastión constantemente atacado por los mercenarios del mar quienes
finalmente dejaron todo un legado.
Veríamos más tarde un poco de ésta fiesta en Pomuch, cuando fuimos a
buscar el pan que es igualmente célebre. Pero primero, antes del
atardecer, teníamos una cita en el panteón municipal para percibir la
experiencia del ritual en el que los huesos de los difuntos se limpian;
un protocolo que debería ser reconocido como Patrimonio Intangible de la
Humanidad por la continuidad, por la amalgama de tradiciones, pero
sobre todo, por el legado de su mensaje.
Si bien la celebración de los muertos es parte de la cultura de los
mexicanos, es aún más especial si notamos que el calendario maya marca
su sexto mes con el nombre de “Xuul”, que significa final; dicho periodo
coincide con el mes de noviembre en el calendario gregoriano y en ello,
los descendientes actuales de los mayas conviven con la idea de la
muerte como el final para un nuevo principio: El morir marca el inicio
de una nueva vida, en la memoria de sus seres queridos.
El pequeño grupo con el que yo viajaba guardaba una actitud
expectante, no enteramente permeada por el miedo a lo desconocido
–elemento esencial de nuestra occidental manera de pensar en los
misterios más allá de la muerte-, pero si se notaba en cada uno de
nosotros la emoción de estar cercanos a un choque entre culturas; la
nuestra que acostumbra pensar en los muertos descansando en un ataúd
coronado por una lápida, un mausoleo o en una urna entregada en el
crematorio, mientras que ellos, en Pomuch “sacan a orear a sus muertos”
(¡ ¿? !)
… DIMENSIÓN DE LA PAZ EN LA TIERRA
Y SUS BENDICIONES PARA LA VOLUNTAD…
… Cuando llegamos lo primero peculiar fue la pequeña entrada y la falta de la imagen común que esperamos de un campo santo:
Si bien al fondo se puede distinguir una cruz, en el primer plano lo
que vemos son muchos techos de construcciones pequeñas como dentro de
una ciudad de angostísimas calles.
En ese panteón las tumbas están muy atrás, es de hecho como si no
existieran las fosas o las lápidas. No hay tampoco osarios cerrados o
nichos. Lo que hay son “casitas”, en cuya pared exterior se puede leer
el nombre de la familia a la que pertenecen como si fuera una dirección.
Las “casitas” nos recuerdan esa costumbre maya que refiere a que sus
muertos descansaban en la parte posterior de sus propias viviendas; así
las “casitas” modernas, en donde se encuentran los huesos de sus seres
queridos, están dentro del cementerio, pero como cada hogar, es
responsabilidad de cada familia mantenerla limpia y agradable para las
visitas.
El silencio que encontramos flotando en el aire nada tiene que ver
con esa actitud de impuesta solemnidad, es más bien el silencio de quien
se encuentra concentrado en una labor. Un silencio coronado por las
amplias sonrisas que nos ofrece la primera familia que encontramos
esmerada al ras de la tierra, sacando y sacudiendo con una brocha los
huesos de uno de sus difuntos.
El hombre en cuclillas nos sonríe y vuelve a su amoroso afán mientras
su esposa nos dice alegre al tiempo que señala los restos: “Pásenle,
pásenle. Ella es mi hermanita”.
… Y nos cuenta, como quien presenta a su familia, que el otro montón
de huesos es su mamá y el otro, más pequeño, es el de su nietecito que
murió al nacer.
Nos cuenta también que desde los ocho años de edad todos ellos
acompañaron a sus padres en este ritual, que es algo que no se deja
“porque no pesa hacerlo”.
El hombre mientras tanto ha terminado con “la hermanita”, colocando
ya el cráneo reluciente arriba de los huesos, dentro de un sencillo
cajón donde cuelga al frente un mantel bordado.
Le pregunto si platican con sus muertos –con los huesos-, y la señora, jocosa responde que es su marido quien más les habla.
El hombre mira en nuestros ojos la ilusión de escuchar que nos cuente sobre qué habla, qué les cuenta
Reclina la cabeza hacia los nuevos restos que tiene ya extendidos a
sus pies y comienza la conversación, mientras con una mano nos señala y
después de unas cuantas frases que con la dulce rítmica sonora del
idioma maya, se señala a si mismo, y por último a la señora de pie a su
lado.
No tenemos que pedirle que nos de la traducción, sonríe nuevamente y nos dice:
“Le estaba diciendo a mi suegra que ustedes son de fuera, y que nos
visitan para conocerla. Que la estoy arreglando para que ustedes se
lleven el recuerdo de ella así, limpiecita y con su vestido nuevo. Y
también le dije, que como cada año, estoy aquí, para agradecerlo lo más
bello que tengo, que es su hija. Que aunque yo no la conocí en vida, en
su muerte le muestro mi amor y mi agradecimiento”
Nos cuentan mucho más sobre sus familiares y a nuestras pregunta
obligada responden que no, nunca los han “espantado” en el cementerio,
incluso la señora pregunta:
“Porque habrían de venir a espantarnos los muertos?. Si ellos están contentos. Ellos saben”
Platicando nos sorprende la noche y debemos marcharnos. Ellos han
terminado de acicalar a sus queridos difuntos en esta suerte de
exhumación, que cada año que se repite.
Al día siguiente regresarán para poner la mesa, las velas las flores e
iniciar la jornada de acompañamiento, su de Día de Muertos, el HANAL
PIXAN en maya Hanal (Comida) y Pixán (Alma que da la vida al cuerpo)
para todos los muertos; para las almas de los niños “Chichan-pixán” y
para las almas de la gente mayor “Nochoch Pixán”.
Nosotros nos retiramos con el recuerdo de la belleza estética de
esta celebración que está en sus sabanas bordadas y en sus cajas
rústicas y claro en velas, inciensos y delicias gastronómicas, pero
sobre todo, con la paradigmática belleza de mirar los huesos y los
cráneos que si bien descarnados, al verlos ahí, en ese contexto, hace
posible que miremos los rostros de las ánimas y sus historias al lado de
sus vivos; rostros inmortalizados en la ornamental amorosa dimensión de
la cosmovisión que los cobija.
Y si de laguna manera yo creía que había visto mucho en tanto a
rituales mortuorios y a tradiciones de respeto por ancestros y
antepasados, descubrí lo equivocada que había estado: Este ritual
funerario, único en el mundo comparte la veneración inequívoca por el
recuerdo de quienes ya no están en vida pero en ello, por extremo que
pueda parecer cuando decimos “sacan el esqueleto y lo cepillan”, verlo
resulta un transito entre la especulación de todo aquello que refiere a
la muerte y una paz tangible.
De más está recurrir a la frase “nada puede prepararte” para lo que vas a ver en una escena del Hanal Pixan:
Sin lugar a dudas, la consumación de la vida en Campeche, en Pomuch es el ritual/fiesta más elocuente que se puede imaginar.
… Una elocuencia cuya percepción tiene recinto en la más jubilosa paz y armonía entre el mundo de lo invisible y lo visible.
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PARA LOS OBSESIVOS DE LA INFORMACION:
- Ya después de la limpieza no se cierra la tapa de la caja
completamente, se deja abierta para que pueda “respirar” y “ver” a sus
familiares que irán con velas, incienso de mirra, flores, música, bebida
y comida al panteón entre los días 31 de Octubre, 1 y 2 de Noviembre.
- Quizá por el clima o el efecto de suelo de piedra, cuando han pasado
los tres años para exhumar los restos, estos no tiene ya partículas de
carne, lo que hay es polvo de tierra; si acaso se encuentra parte del
cabello.
- Se cree que la tradición de “darle aire a los restos y sentirlos
cerca” fue motivada de origen debido a la imposibilidad de “dejar los
entierros” ya que el suelo calizo y duro de Campeche limitó los espacios
para las sepulturas. De ahí que los ataúdes en Pomuch se retiran al
cumplirse los tres años del fallecimiento.
- Luego de la limpieza se colocan los huesos nuevamente en su caja de
madera que tiene una “sábana” o “mantel” –aunque ellos se refieren mas
al “vestido” -; una tela blanca bellamente bordada por sus familiares
con motivos alusivos al género y edad –hombres, mujeres y niños
- Las cajas son colocados en repisas, en un orden de jerarquía, no de
deceso; esto es: en el dintel más alto estará el jefe de la familia
–padre o madre-, y en las siguientes, hacia abajo, por edades, el resto
de los parientes fallecidos.
- En los días de muertos las casas deben estar siempre limpias y sin
trabajo pendiente, pues se cree que si algo faltó por hacer las ánimas
llegarán y realizarán el trabajo pendiente, lo que sería una descortesía
para ellos.
-
La noche previa al inicio de la conmemoración se acostumbra dormir
temprano “para no estrorbar el camino de las almas que vienen llegando”.
- En maya el significado de Hanal (Comida) y Pixán (Alma que da la
vida al cuerpo) invoca y provoca el concepto de “Comida de las almas”
- El platillo tradicional: el Mukbil pollo, el manjar también conocido
como el sagrado pibipollo. Es cocido en un “Horno de tierra”con base de
piedra caliza, calentado con leña que procede de la planta “chukum”.
El platillo se recubre con hojas de olor y se vuelve a tapar con tierra hasta su cocción.
El simbolismo es profundamente evocador: Se abre el “hueco” en la
tierra para cocinarlo, así como se abre la tierra para enterrarnos al
morir, Al ofrendarle a la tierra también se pide por que la tierra nos
sigan dando alimentos.
La forma de este tamal puede verse como emulando el atajo en el que
se deposita el cuerpo del fallecido. Su relleno sería la carne y la
salsa roja, el liquido vital.
Y el broche de oro en la cosmovisión maya: así como los vivos extraen
la comida que ha recibido la tierra, así los huesos de sus muertos que
se sacan de la tierra son el alimento espiritual para la memoria de los
vivos.